CASA ROLAND
COSTA ESMERALDA, BUENOS AIRES
Ubicación: Costa Esmeralda, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Proyecto y Dirección: María Victoria Besonías – Luciano Kruk
Colaboradores: Arq. Carolina Saldariaga, Ekaterina Künzel, Juan Martín Antonutti, Federico Eichenberg
Superficie del terreno: 1152 m²
Superficie construida: 185 m²
Año de Construcción: 2012
Un terreno que descendía en dirección al mar. Una atmósfera agreste de pinos y acacias nativos. Un cielo abierto y un mar que se perdía en el horizonte. Este fue el escenario punto de partida del proyecto para Casa Roland.
Si bien el pedido programático del comitente fue el de una casa de veraneo de necesidades típicas, la casa debía satisfacer algunas particularidades. Debía configurarse en una sola planta donde ocurriera tanto la vida social como la privada, salvo por un espacio que debía ser independiente: un dormitorio en suite integrado a un lugar de trabajo y lectura, servido por un cuarto de baño y conectado con una expansión exterior exclusiva.
Y así fue como se constituyó la vivienda. En la planta del nivel de acceso se ubicaron dos dormitorios y un amplio estar-comedor-cocina unificado; y por encima de este se situaron, con mayor independencia, la suite principal y el estudio-biblioteca requeridos por el cliente.
Un prisma puro y sólido materializado en hormigón visto -como si se tratara de un vagón encallado en el médano con uno de sus lados semienterrados- se constituyó como el artefacto contenedor de la vivienda.
Sobre el nivel de la calle el volumen vuela generando un semicubierto para ser usado como garaje, nivel desde el que un paso estrecho de doble altura contenido entre dos muros conduce hasta el acceso a la vivienda, el cual, una vez atravesado se abre a la gran planta, amplia y luminosa.
La fachada frontal se abre completamente al exterior que la rodea. La primer planta, elevada del nivel del terreno natural, sale de la caja y se expande hacia el afuera. Abrazada por copas de pinos y acacias, esta se ofrece como un espacio de sensible intimidad, mientras que la terraza del nivel superior, logra alcanzar una altura tal que, por encima de las copas de los arboles, permite contemplar vistas hacia el horizonte del mar.
La fachada posterior, mayormente ciega, hace las veces de muro de contención del médano en el que se encaja el volumen y funciona como espalda sobre la cual se recuestan los locales de servicio. A su vez, contiene la línea continua de circulación vertical, la cual nace en el nivel cero y atravesando la primer planta llega en la misma línea hasta el último nivel.
Mediante el trabajo sobre la relación entre las alturas de los locales interiores y sus dimensiones en planta y la decisión de colocar aventanamientos lineales que no tomaran toda su altura se buscó fortalecer la horizontalidad a fin de atenuar el impacto visual del volumen de la barra, en un intento por lograr un diálogo respetuoso con el entorno.
Por medio de esta espacialidad interior se logró conseguir un efecto sensorial centrífugo capaz de expulsar las miradas hacia el exterior, las cuales, a través de los grandes cristales de cerramiento, se abren paso hacia el entorno natural. Existió la intención de concebir la casa no como un fin en sí mismo sino como un medio a partir del cual alcanzar el disfrute.
La mayor parte de los muebles fueron construidos en hormigón visto. El lugar de comer y el de cocinar se hallan separados por medio de un tabique vertical colgante, el cual es intersectado por un plano horizontal que hace las veces de mesada y que en el comedor se convierte en mesa. Este tabique otorga privacidad a la cocina, mientras que la mesada la conecta con el estar-comedor. El tabique colgante, la mesada y la mesa fueron pensados y construidos como un único elemento monolítico de hormigón. La maleabilidad propia de este material permitió concebirlo como un elemento de carácter autónomo, con la capacidad de articular estos distintos espacios con potencia de síntesis.
Se emplearon recursos de control solar pasivo. En la planta alta el paramento de cierre vertical, al alcanzar el nivel de la cubierta, se pliega convirtiéndose en un alero que la protege interiormente de la incidencia directa del sol. Mientras que, con el mismo propósito, su losa de piso se prolonga en voladizo para proteger de igual modo los interiores de la planta inferior.
Casa Roland aspiró a autoafirmarse como objeto en su entorno; a formar parte del paisaje y a su vez, a apropiarse de él. Fue nuestra intención lograr que la obra construida y la atmósfera natural de Costa Esmeralda vibraran en consonancia.